Dos semana llevan sin sonar los tambores en la playa tal y como venían haciendo desde hace varias décadas. Están en huelga. El motivo, como siempre, de tipo económico. Los supuestos organizadores y mantenedores de la tradición de tocar a la puesta del sol, dicen que los dos restaurantes de la playa y los vendedores del mercadillo se lucran de el gancho que es su música; que atrae a numerosas personas y que gracias a ellos los restaurantes y puestos del mercadillo tienen clientes, por lo que ellos ... (ver texto completo)