Que rinconcito tan acogedor, cercano a nuestros recursos individuales, a la inventiva personal de cada uno, sin el concurso de arquitectos, aparejadores y demás parafernalia que imposiblitan y regulan la iniciativa, creativida e iniciativa del ser humano, todo regulado por la ley del más fuerte y las ordenanzas municipales, aunque debo de reconocer que de no ser así y debido a la proliferación de la especie, de no haber normas esto sería el caos.¿podría haber un punto intermedio entre ambos extremos?