La energía del viento captada por las aspas permitía mover la rueda del molino en el que los vecinos de Agaete traían a moler el millo, pero también el trigo y la cebada, para obtener el gofio que formaba parte fundamental de su dieta.
El molinero a cambio de su trabajo recibía una parte de grano. Esta
forma de pago se conocía como la maquila.