La construcción de dicho templo fue posible gracias al obispo Rueda, al cabildo catedralicio y, sobre todo, a los vecinos de
Teror con sus importantes y grandiosos donativos. Con el fin de acoger a Nuestra Señora del
Pino en un espacio íntimo, en este nuevo
santuario, se construyó un nicho o camarín de
piedra acabándose su decoración en torno al 1665.