
Los orígenes fundacionales de la ciudad de
Las Palmas de Gran Canaria se remontan al año 1478, concretamente al 24 de junio (día de
San Juan), momento en el cual Juan Rejón, capitán de la Corona de Castilla, inicia la conquista de la isla de Gran Canaria. Ésta comenzó en la desembocadura del barranco de Guiniguada, donde asentó el El Real de Las Palmas, donde hoy es el
barrio de Vegueta.
La lucha se prolongó por un periodo de cinco años, costando un gran número de vidas, sobre todo en el lado aborigen, que carecía de medios suficientes para defenderse frente a los ejércitos mandados por los Reyes Católicos. Aun así, la resistencia fue feroz. El final de la conquista llegaría en 1483, con la incorporación de la isla a la Corona de Castilla por parte de Pedro de Vera, quien logró el sometimiento de los aborígenes de Gáldar en la zona noroeste de la isla.
Desde finales del siglo XV, la ciudad se hallaba defendida sólo por una fortaleza, enclavada en las
montañas de la península de La Isleta. Este fortín, a cinco kilómetros de la urbe, en las inmediaciones de donde hoy se levanta el
Castillo de la Luz, era el más próximo para asistirla en caso de ataque.
Esta es la primera
Ciudad Real fundada por Castilla en comunidad de Las Palmas de Gran Canaria. Por su
puerto pasaron ilustres marinos, entre ellos, Cristóbal Colón, el gran navegante, antes de partir a descubrir tierras mejores.