GRAN CANARIA
SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
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HISTORIA DEL MUNICIPIO
El municipio de La Aldea estuvo densamente habitado por los aborígenes, localizándose un importante asentamiento poblacional, que se extendía por la
cuenca principal y a lo largo de sus barrancos. El mencionado
Valle debió poseer un considerable número de individuos, puesto que se han hallado numerosos restos en Furel, Los Caserones, El Lomo de los Caserones, la Caletila, El
Parador, El Roque y La Gambuecilla. Grau-Bassas hace referencia a este aspecto al señalar que "... ocupan una considerable extensión que yo calculo en dos kilómetros cuadrados a la margen derecha del barranco desde su orilla hasta el pie de la
montaña de Carrizo" (GRAU BASSAS Y MAS, V.: Viajes de Exploración a diversos sitios y localidades de la Gran Canaria, 1980, p. 42.
Núcleos de población significativos son El Hoyo,
Tocodomán, Gómez, Artejeves-El
Pueblo, Los Corraletes, Los Palmaretes y Cormeja. Igualmente destacan las cuencas de Güi-Güí,
Tasartico y
Tasarte (SUáREZ MORENO, F.: La Historia de La Aldea de San Nicolás, 1999, p. 27). En esta época, el área de la desembocadura del barranco principal de La Aldea debió ser el asentamiento poblacional más importante del valle y de todo el Oeste de la isla. Separado por un gran charco costero o marciega, este poblado se extendía en los márgenes de la gran desembocadura y hoy constituye por un lado el yacimiento arqueológico de Los Caserones y por otro el lugar del Charco, donde cada 11 de septiembre se celebra la
Fiesta del Charco, donde se rememora una
costumbre aborigen de
pescar.
En 1352 se estableció en este lugar una misión mallorquina, que erigió en una
cueva de esta
playa una pequeña
ermita en honor a San Nicolás de Tolentino. De ahí que con el tiempo, una vez finalizada la Conquista y formado el primer núcleo de colonos, tomara el lugar el nombre de La Aldea de San Nicolás.
En los últimos meses de la Conquista de Gran Canaria tuvo lugar, en este término municipal, el sangriento encuentro bélico de Ajódar (Tasartico) donde la resistencia canaria infligió a las fuerzas de ocupación la derrota más humillante que sufrió en esta isla. En ella murió gran parte de las tropas castellanas, víctimas de un estratégico plan de defensa de los canarios (ABREU GALINDO, Fr. J. de: Historia de la Conquista de las Siete Islas de Canaria, 1977, pp. 229-231).
Los repartimientos de tierras y
aguas, en los primeros años del siglo XVI, se muestran confusos. Durante este siglo, la economía de La Aldea se basará, fundamentalmente, en la producción azucarera. Sin embargo, se complementa este cultivo con otros productos agrícolas, como el millo, el trigo, la cebada, con las explotaciones forestales de los
pinares, las labores apícolas y el
ganado cabrío (V.V.A.A.: La Comarca de Tirajana en el Antiguo Régimen, 1995, p. 135)
A finales del siglo XVII, se produce una expansión económica y demográfica en La Aldea de San Nicolás, sin embargo, fue frenada por el régimen de la propiedad de la tierra. Durante el siglo XVIII, la situación se agrava debido a la crisis económica y a las catástrofes naturales: sequías, epidemias, plaga de langosta, hambre... En este contexto se suceden determinados episodios violentos en la Historia de La Aldea de San Nicolás. A mediados de este siglo, La Aldea, se consolidará como un pueblo con infraestructura municipal y religiosa, y con una expansión demográfica significativa.
Su historia se ha caracterizado por la laboriosidad de sus habitantes y la permanente defensa de sus intereses. Así, entre los acontecimientos históricos más importantes destaca el pleito agrario, que motivó que el Ministro de Gracia y Justicia, Galo Ponte, tuviera que desplazarse hasta el pueblo en 1911. El pleito por las tierras no era nuevo, había comenzado en el siglo XVI enfrentando a los aldeanos frente a los marqueses de Villanueva del Prado. De ahí la facilidad con la que se han consolidado las iniciativas cooperativistas en el municipio y que en su
blasón figure el lema "Todos unidos por el trabajo".
El origen de estas primeras propiedades agrícolas en este valle fue muy confuso, hasta el punto de que con el tiempo se generó un larguísimo pleito socioagrario, entre los habitantes de este pueblo y los terratenientes. Se trata del célebre Pleito de La Aldea, que duró 300 años para cuya solución tuvo que venir a este pueblo, el 14 de febrero de 1927, el ministro de Gracia y Justicia, Galo Ponte. El pleito define la historia de este pueblo y la forma de ser de sus habitantes (SUáREZ MORENO, F.: El pleito de La Aldea: 300 años de lucha por la propiedad de la tierra, 1990).
El régimen de propiedad de la tierra y el
agua, la comunidad de regantes y las cooperativas agrícolas diferencian por tanto la propiedad y economía de este pueblo del resto de
Canarias. El tomate, introducido desde 1898, es la principal
fuente de riqueza. Hoy se plantan unas 700 hectáreas de las que el 10% lo hacen con modernas técnicas, la gran novedad de los años 90, la hidroponía. Junto al monocultivo del tomate se producen papayos, cítricos, mangos, judías, plataneras, aguacates, melones... No debemos olvidar la presencia de la
pesca y la
ganadería, cuya importancia se ha reducido progresivamente, mientras que el sector servicios ha sufrido un aumento considerable.
El agua es fundamental en tierras secas como éstas. El pueblo realiza un gran esfuerzo por asegurar el regadío con la perforación de
pozos y extracción masiva de aguas subterráneas, primero con aeromotores y luego con motores térmicos para acabar con la construcción de grandes
embalses. Sin embargo, la economía local de los años 90 se abre con la incertidumbre que ofrecen hoy los
mercados de la Comunidad Económica Europea, llevándose a cabo desde 1992 diversas movilizaciones.