Hola a todos.
Esta historia el recuerdo incluso con la fresca fragancia de una colonia a granel, en la barbería de mi abuelo materno Agustín en el Toscón. A mi abuelo paterno Manuel Macías le gustaba que lo pelara y lo afeitara mi abuelo materno, incluso el hombre, ya mayor, tenía la sana costumbre de recorrer la distancia entre Tenoya y el Toscón a pie.
Algunos de los mentideros del Toscón, eran la barbería de mi abuelo, alguna acera en las tardes de verano y también recuerdo el cafetín de Pepito Sánchez (otro tenoyero) que estaba hecho con madera de cajas de todo tipo (casualmente recuerdo las de coñac fundador) y cuyo techo lo formaban unos gasparros (planchas metálicas) sacadas de bidones de petróleo o de aceite, que desarmados se convertían en un estupendo techo. Bueno no quiero perderme en la añoranza y sigo con la historia de mi abuelo Macías:
─ Maestro Agustín, si le cuento, no se creerá lo que me paso de camino para’l Toscon, ¡que susto dios mío!, usted pasa a creer que salí ayer de Tenoya, caminando como de costumbre para’ que usted me pelara y ver mis nietos, y por el camino, de repente, me caigo dentro de un agujero, de más de tres metros de profundidad y después de recuperarme del susto, por que de los golpes todavía estoy tullido, cuanto mas garrapetiaba para’ salir del agujero, más tierra me caía encima. Me puse a dar gritos como un loco, pero nada, me acurruqué en un lado y pase la noche dolorido y muerto de frío. De repente me despierto sobresaltado, un rayito de luz, me da en plena cara, el sol ya esta alto, me incorporo rápidamente y sujeto fuertemente el rayo, y trepo por él hasta salir del agujero, gracias a esto logre salvar la vida, gracias a un rayo de sol
Como podrán comprobar, la inocencia de los que escuchaban era proporcional a las fantasías de mi abuelo, y así nació otra de las “mentiras” por las que nos otorgaron a perpetuidad el galardón de “los mentirosos”. Mingo Macias.
Esta historia el recuerdo incluso con la fresca fragancia de una colonia a granel, en la barbería de mi abuelo materno Agustín en el Toscón. A mi abuelo paterno Manuel Macías le gustaba que lo pelara y lo afeitara mi abuelo materno, incluso el hombre, ya mayor, tenía la sana costumbre de recorrer la distancia entre Tenoya y el Toscón a pie.
Algunos de los mentideros del Toscón, eran la barbería de mi abuelo, alguna acera en las tardes de verano y también recuerdo el cafetín de Pepito Sánchez (otro tenoyero) que estaba hecho con madera de cajas de todo tipo (casualmente recuerdo las de coñac fundador) y cuyo techo lo formaban unos gasparros (planchas metálicas) sacadas de bidones de petróleo o de aceite, que desarmados se convertían en un estupendo techo. Bueno no quiero perderme en la añoranza y sigo con la historia de mi abuelo Macías:
─ Maestro Agustín, si le cuento, no se creerá lo que me paso de camino para’l Toscon, ¡que susto dios mío!, usted pasa a creer que salí ayer de Tenoya, caminando como de costumbre para’ que usted me pelara y ver mis nietos, y por el camino, de repente, me caigo dentro de un agujero, de más de tres metros de profundidad y después de recuperarme del susto, por que de los golpes todavía estoy tullido, cuanto mas garrapetiaba para’ salir del agujero, más tierra me caía encima. Me puse a dar gritos como un loco, pero nada, me acurruqué en un lado y pase la noche dolorido y muerto de frío. De repente me despierto sobresaltado, un rayito de luz, me da en plena cara, el sol ya esta alto, me incorporo rápidamente y sujeto fuertemente el rayo, y trepo por él hasta salir del agujero, gracias a esto logre salvar la vida, gracias a un rayo de sol
Como podrán comprobar, la inocencia de los que escuchaban era proporcional a las fantasías de mi abuelo, y así nació otra de las “mentiras” por las que nos otorgaron a perpetuidad el galardón de “los mentirosos”. Mingo Macias.