El lenguaje silbado de
La Gomera es único en el mundo, y no solo por su estructura fonética, que se ha mantenido desde la época prehispánica, sino porque su uso es habitual y continuo por los pobladores de la isla colombina más de cinco siglos después. «En
casa lo utilizo con mi hermana, que también silba», explica la
joven silbadora de 16 años, Zaida Correa, «En una
fiesta para darle algún recado a mi grupo de
amigos, cuando están al otro lado de la
plaza, y también si voy de
excursión, claro, porque, como ves —sonríe y señala a las
montañas que rodean la
ermita de
San Juan, en el municipio de
Vallehermoso—, en la
naturaleza llega más lejos, así que es mucho más útil». De hecho, el silbo puede recorrer distancias de 3.000 o 4.000 metros.