Lo mejor que puedes hacer según vas llegando a
San Sebastián de La Gomera es respirar profundo y dejar atrás las preocupaciones del día a día. En la capital se respira tranquilidad y visitar sus
calles sirve de antesala perfecta a lo que esconde la isla colombina, aquella por la que pasó Cristóbal Colón en su
camino hacia el nuevo mundo allá por el año 1492. Allí dejó sus huellas, explicó sus sueños y enamoró a toda una Señora de alta cuna. Pasados más de 5 siglos la conocida como La Villa sigue teniendo un encanto especial pero ojo, no ofrece grandes cosas que ver, grandes atracciones, lo suyo es más pequeño, de andar por
casa. En cierta forma, todo aquel que le da una oportunidad a San Sebastián de La Gomera acaba sintiéndose como en
familia y eso en los tiempos que corren no es poca cosa.