Posee esta ermita tres ventanales rectangulares, formados por cristales cuadrados de colores separados por varillas de madera con marco también en madera de carpintería tradicional de tea pintada o abocinado de cantería, que dan al sur, dos en la nave y uno en el presbiterio. Frente a ésta, y al otro lado, un ventanal-ajimez, o de celosía en saledizo, de pequeño vuelo desde donde los patronos asistían a los actos religiosos. La escritura de dotación de la ermita pasó ante el escribano Andrés de Huerta el 19 de abril de 1692. El fundador hipotecó a perpetuidad varias propiedades, una de ellas la que constituía las casas de su habitación con tanque y huerta, ubicada al otro lado del camino real, frente a donde se habían iniciado las obras. Estas escrituras de compromiso tenían por objeto garantizar el mantenimiento de los templos particulares, sus ornamentos, arreglos necesarios, etc.