La escritura de dotación de la
ermita pasó ante el escribano Andrés de
Huerta el 19 de abril de 1692. El fundador hipotecó a perpetuidad varias propiedades, una de ellas la que constituía las
casas de su habitación con tanque y huerta, ubicada al otro lado del
camino real, frente a donde se habían iniciado las obras. Estas escrituras de compromiso tenían por objeto garantizar el mantenimiento de los templos particulares, sus ornamentos, arreglos necesarios, etc.
La ermita no se terminó entonces.
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