La sal ha sido la industria que más rápidamente ha desaparecido en
Lanzarote. Fue una de las mayores
fuentes de ingresos en la isla a principios de este siglo, y ahora en cambio, solo se ven salinas abandonadas, vacías y desamparadas. Estas salinas, que produjeron sal para exportar a todo el mundo, se esparcen ahora por toda la isla como silenciosos recuerdos de días pasados y de las siempre cambiantes fortunas de la economía.
La
pesca dependió absolutamente de la industria de sal antes de que se inventara la congelación. Enormes cantidades de sal se usaban para preservar la pesca en las
embarcaciones que pasaban largas semanas pescando sin que pudiesen congelar la pesca. Pero cuando las técnias de congelación fueron conocidas, la demanda de sal disminuyó tan rápidamente que casi todas las salinas tuvieron que cerrar.
Ahora yacen desamparadas, totalmente abandonadas con solo un chirriante
molino decadente destacando en el
paisaje como un endeble
monumento de lo que fue una vez una próspera industria en la isla. El
Hotel de cinco estrellas Las Salinas, está construido sobre antiguas salinas. Y gran parte de Costa Teguise que se extiende hacia el sur en dirección a Arrecife y hacia el norte en dirección a Punta Mujeres fue un zona de esparcidas salinas que parecian
gigantes tableros de ajedrez en el paisaje.
Una de las salinas más recientemente desaparecidas estaba en Matagorda, en la
carretera que va al
aeropuerto, justo al norte de
Puerto del Carmen. Una zona de alrededor de 400.000 metros cuadrados con enormes extensiones dedicadas a la producción de sal aloja ahora un importante complejo turístico. La sal que fué una vez tan importante para los isleños todavía juega un papel importante en la
fiesta del
Corpus Cristi. En ella se decoran las
calles con preciosas alfombras hechas en otras islas de
flores pero en Lanzarote puesto que las flores nunca han sido abundantes, los ingeniosos isleños sacan partido del material local disponible la sal. Tiñen enormes cantidades de sal de brillantes
colores amarillo, azul y rojo produciendo delicadas alfombras. Algunas son símbolos religiosos, como la Paloma de la Paz y otras tienen sorprendentes figuras abstractas caracterizadas por sus brillantes colores y complicadas formas.
Hace algunos años la fiesta en Lanzarote era tan grandiosa que las alfombras se extendían por las calles desde la
plaza de en frente de la
iglesia de
San Gines en Arrecife, serpenteando a lo largo de la
calle principal,
León y
Castillo y metiéndose por las callejuelas antes de regresar otra vez a la plaza. Las aceras y calles se adornaban con las coloridas alfombras de sal. Hoy en día la fiesta es mucho más sencilla con solo unas pocas alfombras esparcidas en la plaza de San Gines.
Además, una de las salinas en la isla que se ha convertido en una atracción turística (y produce también considerables cantidades de sal) está en Janubio, en el Suroeste de Lanzarote. Las salinas producen más de 15,000 toneladas cada año, aunque ésta cifra representa solo un tercio de la cantidad producida hace 40 años. El método de la extracción de sal se introdujo en 185 y ha cambiado muy poco desde el siglo pasado. Este método emplea palancas de madera y el
agua de
mar pasa a través de estrechos
canales a unos estanques donde el agua simplemente se condensa. Los residuos pasan luego por conductos de madera a las salinas donde se completa el proceso de salinización, dejando brillantes cristales de sal.
Un historiador lanzaroteño, Agustín de la Hoz, alegó que una vez existió un puerto en Janubio, mencionando la evidencia de que un cargamento de
piedra caliza salió del puerto de Janubio en el año 160, con destino a
Tenerife. Según documentos históricos, la piedra caliza se necesitaba para la construcción de la Iglesia de la Concepción en La
Laguna, Tenerife. De La Hoz cree que el puerto del Janubio fue destruído por las erupciones volcánicas durante los devastadores años 1730--36, aunque no hay ninguna evidencia física que indique la existencia de tal puerto.