Guanches: así eran y así vivían los (altísimos) aborígenes de
Canarias-Desarrollaron una identidad cultural propia ya que, al no tener
barcos, se encontraban aislados completamente del resto de las islas:
Lanzarote les quedaba tan lejos como Europa o América, por este motivo cada tribu insular mantuvo intocable su modo de vida y
costumbres e incluso la lengua.
Tenerife en aquella época se dividía en menceyatos, cada uno con su propio mencey, obviamente. El más grande de ellos fue precisamente donde vive la protagonista de “Búscame donde nacen los dragos”, el Menceyato de Abona. Existían otros ocho, Adeje, Anaga, Daute, Guimar, Icod, Tacoronte, Taoro y Tegueste, y esto fue con lo que se encontraron los colonizadores españoles. Algunos de ellos se mostraron amigables y dispuestos a negociar (el bando de paces) y otros se mostraron hostiles (el bando de guerra). La conquista de las Canarias no fue para los peninsulares ningún
camino de rosas.