En 1826 desaparece la imagen original de "La Morenita" debido unas fuertes
lluvias, y en 1836 los dominicos se vieron obligados a abandonar
Candelaria debido a la Desamortización de Mendizábal, lugar al que retornaron el 9 de julio de 1922. Entonces se reanudaron las obras, pero en la parte alta del risco de La Magdalena. El propósito era evitar los riesgos derivados de cualquier temporal. La idea fue desechada con rapidez continuando en el emplazamiento anterior, el mismo que el actual, lugar donde estaba la primitiva
iglesia. La desamortización española fue un largo proceso histórico, económico y social iniciado a finales del siglo XVIII con la denominada «Desamortización de Godoy» (1798) —aunque hubo un antecedente en el reinado de Carlos III de
España— y cerrado bien entrado el siglo XX. Consistió en poner en el
mercado, previa expropiación forzosa y mediante una subasta pública, las tierras y bienes que hasta entonces no se podían enajenar y que se encontraban en poder de las llamadas «manos muertas», es decir, la Iglesia católica y las órdenes religiosas —que los habían acumulado como habituales beneficiarias de donaciones, testamentos y abintestatos— y los llamados baldíos y las tierras comunales de los municipios, que servían de complemento para la precaria economía de los campesinos. Dicho con las palabras de Francisco Tomás y Valiente, la desamortización española presentó «las características siguientes: apropiación por parte del Estado y por decisión unilateral suya de bienes inmuebles pertenecientes a «manos muertas»; venta de los mismos y asignación del importe obtenido con las ventas a la amortización de los títulos de la deuda».