Según cuenta una leyenda en el siglo XVI dos pastores guanches se encontraron con una talla de una mujer con un niño en su brazo derecho y una vela verde en el izquierdo. Las
costumbres aborígenes no permitían habar con mujeres en parajes desolados, por lo que comenzaron a asustarla. Uno de ellos lazó un canto de la
playa y el otro intentó cortarle un dedo. Cuentan que se hizo el milagro y el brazo del guanche se quedó inmovilizado y la mano del otro comenzó a sangrar. Asustados fueron a avisar a Mencey. El Mencey, al ver a los pastores heridos dijo que eran ellos quienes debían coger la talla y al tomarla en brazos sus heridas curaron. La llevaron hasta la
cueva del Mencey donde pasó aproximadamente 50 años.