Los menceyes eran la máxima autoridad de la jerarquizada sociedad guanche, ostentando el poder absoluto en lo civil, religioso y militar. Todo el territorio y sus recursos eran propiedad del mencey, que lo repartía entre la población en consideración a la categoría social y los servicios prestados.
La sucesión era fraternal, es decir, cuando un mencey moría heredaba su hermano, y así hasta que, acabada la línea lateral, volvía el cargo al hijo mayor del primer hermano. Cuando el mencey era elegido juraba ante el tagoror, asamblea formada por los nobles y ancianos. Durante la ceremonia el elegido besaba el hueso del más antiguo de su linaje guardado para este fin y luego, colocando el hueso sobre su cabeza, juraba diciendo: Ágoñe Yacoron Yñatzakaña Chacoñamet ('juro por el hueso de aquel día en que te hiciste grande').
Los menceyes mantenían la pureza de la sangre, casándose únicamente con la alta nobleza isleña, llegándose incluso a los matrimonios entre hermanos.
La sucesión era fraternal, es decir, cuando un mencey moría heredaba su hermano, y así hasta que, acabada la línea lateral, volvía el cargo al hijo mayor del primer hermano. Cuando el mencey era elegido juraba ante el tagoror, asamblea formada por los nobles y ancianos. Durante la ceremonia el elegido besaba el hueso del más antiguo de su linaje guardado para este fin y luego, colocando el hueso sobre su cabeza, juraba diciendo: Ágoñe Yacoron Yñatzakaña Chacoñamet ('juro por el hueso de aquel día en que te hiciste grande').
Los menceyes mantenían la pureza de la sangre, casándose únicamente con la alta nobleza isleña, llegándose incluso a los matrimonios entre hermanos.