El historiador tinerfeño José de Viera y Clavijo lo describe a finales del siglo xviii así:
ICOD DE LOS VINOS. Dista dos leguas de mal
camino de La
Rambla, y nueve de La
Laguna. Es una bella población, cabeza de partido en lo eclesiástico, plantada en una especie de
valle delicioso que sube desde el
mar hasta la falda del mismo Teide, que le envía un ambiente fresco y saludable. Casi todo el terreno está plantado de viñas y emparrados de malvasía, su principal
fruto. Cógese mucha seda, y hay algunos telares de tafetanes, pañuelos, cintas, etc. El piso es algo desacomodado, porque gran parte del lugar está en pendiente. Las
aguas son excelentes y en abundancia. Los naturales, inclinados a la navegación y
comercio de las Indias. El lugar es rico. La
iglesia parroquial, de 3 naves, es buena y está bien adornada. Sírvenla dos curas beneficiados provisión del rey, con crecido número de clérigos. Hay un
convento de recoletos de
San Francisco, otro de San Agustín, y otro de monjas de San Bernardo, todos de bastante comunidad. Hay un
hospital y diez
ermitas. La feligresía es de 4468 personas, y de ellas algunas en los pagos de San Felipe, El Miradero, Buenpaso, Pedregal, Corte de la Nao,
Abrevadero,
El Amparo,
Fuente de
la Vega y Cerrogordo, Las Abiertas, Los Castañeros, Socas, Las Cañas. Tiene Icod en la costa del mar una caleta llamada de
San Marcos, a donde llegan algunos
barcos pequeños a cargar de vinos. José de Viera y Clavijo fue un sacerdote católico, historiador, biólogo y escritor español, reconocido como el máximo exponente de la Ilustración canaria.