En la representación del infierno, aparecen llamas de fuego, donde ánimas de diferente sexo, estado civil, clase social... portan a veces objetos en las manos que pueden aludir al motivo de su condensación. Sus rostros, identificables algunos, los que nos llevará a pensar en posibles retratos, muestran un rictus de dolor y amargura en implorantes tienden sus manso a los
santos que bordean esta abertura inflamada. Entre los santos protectores o salvadores de ánimas hay que señalar como lo más frecuentes a
San Francisco de Asís,
Santo Domingo, San Nicolás de Tolentino, San Agustín, San Lorenzo, San Bartolomé,
Santa Teresa y San Ignacio de Loyola. Otras pinturas del templo son, un cuadro de Santa Ana y otro de La Anunciación. El patrimonio en orfebrería permanece expuesto en el
Museo. Donde destaca sobremanera el más valioso ejemplo de
cruz de labor en filigrana de plata (<<Cruz de Plata>>) y está catalogada como una de las mejores del mundo.