La
capilla mayor es de planta cuadrada, con artesonado ochavado y cubierta a cuatro
aguas, disponiéndose en el testero un magnífico
retablo barroco, datado en la segunda mitad del siglo XVIII, en cuya
hornacina central se ubica la imagen titular de la
iglesia. En la proximidad de los pies se abren sendas
puertas laterales, delimitadas con
arcos de cantería y dotadas de portalones de tea, completándose la
fachada norte mediante una
espadaña, con dos huecos para las
campanas y un
frontón de escasa altura. En
arquitectura, el testero, palabra derivada del latín testa (cabeza), sirve para designar la pared opuesta a la entrada principal. También puede referirse en una iglesia a la cabecera. Se llama hornacina y nicho al hueco coronado por un
arco semicircular abierto en la superficie de un muro, para colocar en él una imagen votiva, urna o
estatua. Se puede encontrar en el exterior y el interior de los
edificios y partiendo de una función religiosa ha ido evolucionando a un uso
ornamental. La hornacina lleva generalmente en la parte superior una pechina que también se llama venera cuando presenta la forma de una concha marina.