El crecimiento que experimentó
La Orotava en su conjunto se debió en gran medida a la prosperidad generada por la exportación de vinos, lo que propició su progresivo enriquecimiento alcanzando un alto grado de influencia socioeconómica dentro del panorama insular.
Reflejo de ello fue la declaración de La Orotava como Villa exenta (28 de noviembre de 1648), tras las efectivas gestiones dirigidas por Juan Francisco de Franchi y Alfaro ante la Corte de Felipe IV. Desde aquel momento La Orotava logró la independencia judicial (hasta la fecha dependía de La
Laguna) contando a partir de este momento con un alcalde mayor o juez de primera instancia. Este episodio, que ha sido tratado, entre otros autores, por los historiadores D. José de Viera y Clavijo, D. Leopoldo de la Rosa Olivera y el profesor D. Juan José Martínez Sánchez, constituye uno de los hechos más sobresalientes de la
historia de La Orotava.