Patio interior visto desde la ventana de la casa Benítez de Lugo y Vergara, LA OROTAVA
La situación económica no varió básicamente hasta el segundo tercio del siglo XIX cuando diferentes acontecimientos como la introducción del monocultivo de la cochinilla o la desamortización, mejoraron de manera sensible el negativo panorama en el que se había visto inmersa la Villa durante el siglo XVIII. Por un lado, la explotación de la cochinilla -parásito de la tunera, utilizado para la obtención de colorantes- garantizó durante varias décadas la llegada de ingresos ocasionados por su exportación, hasta que, en torno a 1870, el triunfo de los tintes sintéticos en los mercados europeos sumió de nuevo en una profunda crisis a los productores locales. Por otro lado, la definitiva exclaustración de los conventos en 1836 ocasionó que las antiguas posesiones de las comunidades religiosas pasaran a ser propiedad del Estado y a ser administradas por los poderes locales.