Desde entonces, las dependencias conventuales cumplen diferentes funciones civiles ligadas a la consolidación de
La Orotava como municipio, como la del
mercado, cárcel,
escuela,
teatro,
hospital e incluso cuartel, una situación que se sucedió hasta bien entrado el siglo XX. Pero la adaptación de los recintos conventuales no sólo se limitó a una variación en sus usos, sino que también supuso el derribo de algunos de ellos para edificar sobre sus solares
edificios de nueva planta, como sucedió con el
convento femenino de
San José, donde se construyó el
Ayuntamiento durante los últimos años del siglo XIX, o con el convento, también femenino, de San Nicolás, donde a mediados del siglo XX se levantó la sede de
Correos y la del
Juzgado.