los sacerdotes que acompañaban a los ejércitos, no sólo satisfacían las necesidades espirituales de los expedicionarios, sino también las de los nuevos
pueblos que fundaban, porque como es sabido a éstos dábanle principio por la construcción de un templo, antes que por las chozas que habían de albergar a los primeros pobladores y vecinos,
costumbre gráfica de la idea española nacional, que hizo decir a un historiador que lo primero que los ingleses establecían en sus colonias era una cantina, los franceses una
casa de
baile y los españoles una
Iglesia. Por estas
costumbres que informaron la
España de aquella época, en sus gloriosas empresas civilizadoras Alonso Fernández de
Lugo trajo consigo a la conquista de
Tenerife el clero secular y regular que consta de las historias y que como se ve era más numeroso del que necesitaba para la asistencia espiritual de su corto
ejército, pero que luego le sirvió para la dirección de los nuevos establecimientos religiosos que erigía en los pueblos que iba fundando en la isla, tan pronto la con quistó y pacificó por completo; fundaciones que llevó a término en nombre de la Reina de Castilla, como su representante en Tenerife; y en virtud del Patronato que la santidad de Inocencio III había concedido a los Reyes Católicos, de todas las
Iglesias, Beneficios y
Conventos que fundaran en
Canarias, 'según su Bula dada en Roma en 1486.