Pero D. Alonso Fernández de
Lugo y sus compañeros de armas, que como soldados y gente de guerra eran más hombres de acción que de formalidades, en la conquista y población de
Tenerife y a los principios de avecindarse en la isla, cuidáronse de obrar y disponer y no de consignar sus primeros hechos y disposiciones, dando lugar con su incuria a que dos siglos después, cuando se trató de escribir la
historia, muchos de los acontecimientos se hallaran ya confundidos en la
tradición, la que recogida con harta precipitación y poca crítica, fue consignada por los autores y pasada a las generaciones, parte truncada y deficiente y otra completamente falsa; todo con grave quebranto de la verdad histórica.