En 1993 se abre nuevamente al culto, conservando la estructura anterior, sobre todo sus cuatro interesantes
portadas, de los siglos XVI y XVII, que exponen la evolución del
arte en
Canarias a través de la labor pétrea. Desde la pequeña
portada gótica de
arco conopial de la sacristía baja, hasta las dos interesantes portadas de la
fachada principal del templo o la que se abre en el costado norte del
edificio, donde distintos elementos nos hablan de un cierto gusto portugués en su elaboración. La
torre, de porte clasicista, fue levantada a principios del siglo XX, pero tras el incendio se traslada al lado sur de la
iglesia siguiendo su primitivo esquema constructivo. En lo que respecta a sus techumbres, la reconstrucción del templo conservó sus antiguos diseños y estructuras.