Virgen de La Luz.
El origen de la Virgen de La Luz está rodeado de un halo de misterio y grandes dosis de leyenda popular. Cuentan algunas crónicas que la imagen fue encontrada por un pescador llamado Simón González de Herrera en 1521, en las costas de Garachico. Otras afirman que se encontró en Adeje y, al intentar trasladarla a La Orotava, una tempestad obligó a recalar en Garachico. Asimismo, se ha especulado que su origen es portugués y que su destino era Icod de Los Vinos.
Existe una hipótesis que atribuye la talla al escultor portugués Antonio de Sylva. De cualquier forma, la imagen que preside la parroquia en la actualidad es posterior a la de origen. Entre los valores artísticos de la talla actual, destacan algunos detalles que dejan entrever un cierto clasicismo: la idealización del rostro, el perfil rectilíneo de la nariz, los párpados semicaídos. El manto de la Virgen, bordado en hilo con temas de hojarasca y flores, está fechado entre los siglos XVI y XVII y presenta aberturas para las columnas del baldaquino cuando se saca la imagen en procesión. Muy probablemente se trata de uno de los primeros mantos de la imagen.
La Corona Imperial que ostenta la Virgen de La Luz en las grandes solemnidades, de procedencia mejicana, data del año 1650. Decorada con botones de esmalte de tonalidades verdes y rojas, que contrastan con el delicado calado de la diadema, está considerada como el único ejemplar de sus características existente en Canarias.
El origen de la Virgen de La Luz está rodeado de un halo de misterio y grandes dosis de leyenda popular. Cuentan algunas crónicas que la imagen fue encontrada por un pescador llamado Simón González de Herrera en 1521, en las costas de Garachico. Otras afirman que se encontró en Adeje y, al intentar trasladarla a La Orotava, una tempestad obligó a recalar en Garachico. Asimismo, se ha especulado que su origen es portugués y que su destino era Icod de Los Vinos.
Existe una hipótesis que atribuye la talla al escultor portugués Antonio de Sylva. De cualquier forma, la imagen que preside la parroquia en la actualidad es posterior a la de origen. Entre los valores artísticos de la talla actual, destacan algunos detalles que dejan entrever un cierto clasicismo: la idealización del rostro, el perfil rectilíneo de la nariz, los párpados semicaídos. El manto de la Virgen, bordado en hilo con temas de hojarasca y flores, está fechado entre los siglos XVI y XVII y presenta aberturas para las columnas del baldaquino cuando se saca la imagen en procesión. Muy probablemente se trata de uno de los primeros mantos de la imagen.
La Corona Imperial que ostenta la Virgen de La Luz en las grandes solemnidades, de procedencia mejicana, data del año 1650. Decorada con botones de esmalte de tonalidades verdes y rojas, que contrastan con el delicado calado de la diadema, está considerada como el único ejemplar de sus características existente en Canarias.