La cal se obtenía mediante un proceso de calcinación de
piedras de carbonato cálcico, denominadas caliche, que se importaban de las islas en las que más abunda este material:
Gran Canaria y
Fuerteventura. Desde allí era transportada por
vía marítima a las restantes del archipiélago, lo que explica que la mayor parte de los
hornos se encuentren cerca de la costa; además, debido al peligro inherente al manejo de cal viva, se prefería exportar la materia prima.