El
castillo de
San Felipe destaca entre todos los erigidos en su época en
Canarias por ser de un refinado estilo colonial. Construido de mampostería, tiene un perímetro de forma pentagonal y, aunque en un inicio lo rodeaba un foso y disponía de un
puente levadizo, fue sustituido más tarde por una
pasarela fija. Contaba originalmente con dos plantas, habilitada la segunda para alojar a unos 35 soldados aproximadamente. Estaba equipado con tres cañones de hierro, dos de 24 libras y otro de 16. La apariencia con que luce hoy en día el castillo responde a la reforma efectuada en el siglo XIX. Fue declarado
Monumento Histórico
Artístico el 22 de abril de 1949, bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. Además de baluarte defensivo, a lo largo de su
historia ha sido lazareto, enfermería, ciudadela, depósito, sociedad de tiro y
restaurante. A finales del siglo XX se acometió por parte del consistorio portuense una profunda remodelación que transformó el recinto en
centro cultural municipal y escenario para conciertos musicales y
exposiciones artísticas. A apenas unos 50 metros del castillo se conserva el antiguo almacén de pólvora o Polvorín.