El volcán representa a la isla de
Tenerife; el
castillo y el
león a la Corona de Castilla a la que es incorporada la isla tras la conquista; el arcángel
San Miguel alude a la evangelización de la isla bajo su advocación. La leyenda significa: «Miguel Arcángel acudió en ayuda del
pueblo de Dios. Tenerife me hizo». La Corona de Castilla, como entidad histórica, se suele considerar que comienza con la última y definitiva unión de las Coronas de León y de Castilla, con sus respectivos reinos y entidades, en 1230, o bien con la unión de las Cortes, algunas décadas más tarde. En este año de 1230, Fernando III «el
Santo», rey de Castilla desde 1217 e hijo de Alfonso IX de León y su segunda mujer, Berenguela de Castilla, se convirtió en rey de León, tras la renuncia de Teresa de
Portugal, la primera mujer de Alfonso IX, a los derechos de sus hijas, las infantas Sancha y Dulce al trono de León en la Concordia de Benavente. El
ayuntamiento utiliza de manera oficiosa y desde tiempo inmemorial una
bandera de
color morado con el
escudo heráldico al centro. Desde la declaración de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad, el ayuntamiento utiliza un logotipo en púrpura y blanco (los
colores tradicionales de la Ciudad) inspirado en la rosa de los vientos, con la que, según cuenta la
Historia, Alonso Fernández de
Lugo trazó las primeras
calles de la ciudad. Inmediatamente antes, se utilizaba otro logotipo (con los mismos colores) en referencia al V Centenario de la fundación de la Ciudad. Una rosa de los vientos es un símbolo en forma de círculo que tiene marcado alrededor los rumbos en que se divide la circunferencia del horizonte, y que serían sur, este, norte y oeste. Su invención se atribuye al mallorquín Ramon Llull, aunque la descripción pormenorizada que da Plinio el Viejo en libro II podría haber sido su referencia básica.