El 23 de abril de 1611 se inaugura, ingresando cuatro religiosas procedentes de
Sevilla, aunque en años posteriores llegaría a tener hasta cien monjas. Fue un
convento muy rico, pero la Desamortización de Mendizábal hizo serios estragos en su patrimonio, que fue uno de los más importantes de las islas. Sevilla es un municipio y una ciudad de
España, capital de la provincia homónima y de la comunidad autónoma de
Andalucía. Cuenta con 688 811 habitantes en 2018, por lo que es la ciudad más poblada de Andalucía, la cuarta de España después de
Madrid,
Barcelona y
Valencia y la 32.ª de la Unión Europea. El municipio tiene una superficie de 140,8 km². El área metropolitana de Sevilla está compuesta por 46 municipios, incluye a una población de 1 535 379 habitantes y ocupa una superficie de 4905,04 km². La desamortización española fue un largo proceso histórico, económico y social iniciado a finales del siglo XVIII con la denominada «Desamortización de Godoy» (1798) —aunque hubo un antecedente en el reinado de Carlos III de España— y cerrado bien entrado el siglo XX. Consistió en poner en el
mercado, previa expropiación forzosa y mediante una subasta pública, las tierras y bienes que hasta entonces no se podían enajenar y que se encontraban en poder de las llamadas «manos muertas», es decir, la
Iglesia católica y las órdenes religiosas —que los habían acumulado como habituales beneficiarias de donaciones, testamentos y abintestatos— y los llamados baldíos y las tierras comunales de los municipios, que servían de complemento para la precaria economía de los campesinos. Dicho con las palabras de Francisco Tomás y Valiente, la desamortización española presentó «las características siguientes: apropiación por parte del Estado y por decisión unilateral suya de bienes inmuebles pertenecientes a «manos muertas»; venta de los mismos y asignación del importe obtenido con las ventas a la amortización de los títulos de la deuda».