El
Valle de la Orotava, entre la Cuesta de La Villa, junto a las laderas del municipio de
Santa Úrsula, y el escarpe de Tigaiga, en Los Realejos, ocupa un lugar de honor en la geografía y la
historia de
Tenerife. Este majestuoso valle, cuya hermosura y excepcional clima han atraído durante siglos el interés de científicos naturalistas llegados de todos los confines del mundo, albergó también el nacimiento del turismo en Tenerife.