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Las Catedrales no se ponen en una ciudad porque sí. Son la sede del obispado, y sólo puede haber una por obispado. Así que hay dos tres soluciones:
1.- Descatalogar la catedral de La Laguna rebajándola a Iglesia y crear otra en Santa Cruz para sentirse menos inferiores.
2.- Crear un nuevo obispado separado del de La Laguna, con sede en Santa CRuz y crear así otra catedral.
3.- Dejar las cosas como están y conviviendo con el complejo de inferioridad como buenamente se pueda.
Por cierto, si no tiene catedral, será por algo. Si miramos la historia vemos que Santa CRuz no era nada no hace mucho (unos 200 años), y el obispado de Canarias ya estaba desde mucho antes instalado en Las Palmas de Gran Canaria. Y por conseguir la tan ansiada capitalidad de Canarias, ofreció el Obispado a La Laguna para ganarse su apoyo, consiguiéndolo en 1819. Claro, todo no se puede tener, a cambio de una cosa ganada por favores, perdió la otra.
Tiempo al tiempo. Seguro que la acabarán consiguiendo otra vez. Tengan paciencia. Basta que vuelva a ver otro intercambio de favores y el orgullo herido quedará a salvo pudiendo enterrar un poquito el complejo de inferioridad tan arrastrado desde su fundación como pueblito de pescadores. Primero frente a La Laguna y luego frente a Las Palmas. El caso es estar siempre metiendo el dedo en el ojo ajeno.
1.- Descatalogar la catedral de La Laguna rebajándola a Iglesia y crear otra en Santa Cruz para sentirse menos inferiores.
2.- Crear un nuevo obispado separado del de La Laguna, con sede en Santa CRuz y crear así otra catedral.
3.- Dejar las cosas como están y conviviendo con el complejo de inferioridad como buenamente se pueda.
Por cierto, si no tiene catedral, será por algo. Si miramos la historia vemos que Santa CRuz no era nada no hace mucho (unos 200 años), y el obispado de Canarias ya estaba desde mucho antes instalado en Las Palmas de Gran Canaria. Y por conseguir la tan ansiada capitalidad de Canarias, ofreció el Obispado a La Laguna para ganarse su apoyo, consiguiéndolo en 1819. Claro, todo no se puede tener, a cambio de una cosa ganada por favores, perdió la otra.
Tiempo al tiempo. Seguro que la acabarán consiguiendo otra vez. Tengan paciencia. Basta que vuelva a ver otro intercambio de favores y el orgullo herido quedará a salvo pudiendo enterrar un poquito el complejo de inferioridad tan arrastrado desde su fundación como pueblito de pescadores. Primero frente a La Laguna y luego frente a Las Palmas. El caso es estar siempre metiendo el dedo en el ojo ajeno.