Jesucristo abrazado a la
Cruz, con las heridas de la Pasión sangrantes y, bajo el pie izquierdo, una calavera enrollada por una serpiente que aprisiona la manzana entre sus fauces. Un
Cristo doloroso después de la muerte, en insólita y poco conocida composición imaginera. Los expertos comentan "... De tamaño natural, con la carne lacerada y vibrante de dolor, si no es ciertamente obra maestra, supera a las versiones madrileñas por su realismo profundamente conmovedor.".