El
escudo de la ciudad hace clara referencia a la
casa de dicho fundador, con cinco hachas sobre
campo de gules, dispuestas de distinta manera, además de la corona heráldica, galón de oro adornado con hojas de vid, en clara referencia a su importancia vinatera y de tierras fértiles. Según textos de Sergio Bonet Suárez, cronista oficial del municipio,
Tacoronte crece a partir del pequeño centro urbano de
Santa Catalina, a medida de que se roturaban nuevas tierras ganadas a los bosques y acudían nuevos pobladores. Así se formaron otros pequeños núcleos como
San Jerónimo, San Juan, La Placeta y La Caridad entre otros. En el siglo XVI un padrón censal realizado en el municipio constataba que en Tacoronte residían 342 almas. En 1629 un documento de la Inquisición de
Canarias daba una población de 300 vecinos. A finales del siglo XVII, poblaban en el municipio 2.780 vecinos que habitaban en más de 600
casas. En ese mismo siglo se edificaron varias alhóndigas, lugares dedicados al almacén de cereales para los vecinos, con cuyas ganancias se fabricaron los
graneros, la cárcel en sus bajos y la conducción de
aguas para el consumo. En el siglo XVIII, Tacoronte gozaba de una organización de milicias territoriales, un regimiento de infantería y una compañía de “a
caballos”.