Seguimos nuestra ruta de ascensión al
Parque Nacional de las Cañadas del Teide y, una vez despareció la vegetación de la Corona Forestal, hicimos otra parada en el
Mirador de la
Tarta. Seguimos viendo el majestuoso Teide y el
mar de nubes desde otra perspectiva, pero lo más llamativo de este mirador era el
juego de
colores de las capas volcánicas. Cada una de las capas corresponde a una erupción diferente, pudiendo haber transcurrido siglos entre ellas. La capa blanca proviene de un volcán situado en Las Cañadas. Su erupción fue muy violenta, arrojando fragmentos de pómez a gran altura que fueron arrastrados hasta aquí arrastrados por el viento. Es una capa porosa y ligera. Las capas oscuras, formadas por picón basáltico, fueron emitidas por conos volcánicos cercanos y su erupción fue más suave. Las capas negras surgen en erupciones con bajo contenido en gas, mientras que las rojizas toman este
color por la oxidación al entrar en contacto con el
agua subterránea que entra en el conducto eruptivo y se vaporiza.