En la bonita
plaza principal del
pueblo destaca la
iglesia de
San Pedro Apóstol, Bien de Interés Cultural, custodiada por 3 ancianos
cipreses. Su interior acoge un rico patrimonio
artístico con tallas de gran valor. La primitiva
ermita fue edificada a mediados del XVI por el mercader catalán Pedro Soler y su esposa Juana de Padilla, probablemente hacia 1530. Le dieron la advocación del
santo de su patrón, la dotaron de lo necesario para su culto y una imagen de alabastro que trajeron de
Cataluña. Su modestia queda constatada hacia el 1568, año en que fue elevada a la condición de
parroquia y sede del beneficiado de Abona tras la visita del Arcediano Juan Salvago, con la condición de que los Soler, como patrones del templo y habiéndose comprometido a ello, culminaran la construcción de su
capilla mayor.