A esta
rambla se la llama así porque aquí estuvo el Estudio General o Universidad.
Ahora es también conocida popularmente por el nombre de Rambla de los Pájaros, por las paradas de venta de estos animales que hasta hace poco formaron parte de la
historia de la ciudad, y que ahora han sido substituidas por otro tipo de
comercios.
Bajando por el lado derecho de las
Ramblas se encuentra el
Teatro Poliorama, que desde el año 1912 ocupa los bajos del
edificio de la Real Academia de Ciencias y Artes, de estilo progresista, construido en 1883, y que fue precursor del modernismo, que llegó más tarde.
En la
fachada se colocó el
reloj eléctrico que desde 1891 marca la hora oficial de
Barcelona, y en el interior hay otro reloj, del año 1869, que además indica la hora de 24 ciudades del mundo, la de la salida y la
puesta de sol, tiene un calendario perpetuo y un planetario con los signos del zodiaco.
Si se continúa bajando encontramos la
Iglesia de Betlem.
Antigua iglesia de los jesuitas, se incendió en el año 1671, se reconstruyó con una rica decoración interior, que se perdió en otro incendio en 1936. Se volvió a reconstruir siguiendo su forma original, con una nave única, espaciosa y con
capillas a los lados, a la manera tradicional del
gótico catalán.
Al otro lado, en la
esquina con la
calle de la Portaferrissa, encontramos el
Palacio Moja. proyectado por Josep Mas Dordal en el siglo XVIII (también arquitecto de la basílica de la Mercè) y construido en estilo neoclásico.
Fue primero la residencia de los marqueses de Moja y, más tarde, del marqués de Comillas, por lo que el lugar también se conoce como el Palacio del Marqués de Comillas, título que se le concedió a su último propietario, Antonio López, creador de la Compañía Transatlántica, del Banco Hispano Colonial y de la Compañía General de Tabacos de Filipinas.
Desde 1981, se hallan las dependencias de la Consejería de Cultura de la Generalitat de Catalunya, y en el piso superior se conserva la cámara de Cinto Verdaguer, tal como era cuando trabajaba de limosnero del marqués.
Entre otras estancias el Palau Moja conserva intacto el gran
salón de
baile –hoy salón de actos-decorado con pinturas de Francesc Pla “El Vigatà”, consideradas de lo mejor de su obra.
En la
calles Portaferrissa encontramos una
fuente donde en sus
mosaicos se explica cómo era la ciudad de Barcelona cuando existían las
murallas.