En el silencio de esta tarde de domingo se echa de menos el alborotado griterío del alumnado, sus esforzadas pero divertidas actividades deportivas en tableros y porterías, sus amistosas persecuciones y hasta el intercambio de bocadillos. Pero mañana, lunes, el recreo nos devolverá la maravilla de la infancia formándose, compartiendo... y creciendo.