El Partido Prostituidor, tras conseguir su objetivo que no era otro que obtener todo el poder, se dedica en cuerpo y alma a explotar, como buen proxeneta, a
España; para enriquecerse a su costa e importándole un ardite si esta pilla una sífilis, unos chancros o el SIDA. Le da igual pues, la pela es la pela y, si el cuerpo extorsionado cae exhausto, pasa más hambre que un maestro
escuela, o resulta enfermo incurable, ése no es su problema. Nunca lo fue. Ni antes ni ahora. Otra cosa es, que llegue
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