Debido a lo despoblado del entorno, su lejanía del núcleo urbano y la fragilidad del camino ante los aguajes o riadas del Llobregat, provocaba que los carabineros frecuentemente quedasen aislados.
La precariedad y estrechura de las viviendas originales hacía que los allí destinados que eran unos veinte a principios del siglo pasado (muchos con familia), viviesen amontonados.
Los oficiales, (tenientes o capitanes) en cambio, residían en El Prat o en el edificio del semáforo.
Pero la principal dificultad que soportaban los carabineros que vivían allí, era el paludismo, enfermedad transmitida por los mosquitos que se criaban en las zonas inundadas aledañas al acuartelamiento y, con frecuencia, toda la guarnición y sus familias estaban enfermos de fiebre.
La precariedad y estrechura de las viviendas originales hacía que los allí destinados que eran unos veinte a principios del siglo pasado (muchos con familia), viviesen amontonados.
Los oficiales, (tenientes o capitanes) en cambio, residían en El Prat o en el edificio del semáforo.
Pero la principal dificultad que soportaban los carabineros que vivían allí, era el paludismo, enfermedad transmitida por los mosquitos que se criaban en las zonas inundadas aledañas al acuartelamiento y, con frecuencia, toda la guarnición y sus familias estaban enfermos de fiebre.