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Boquitas pintadas,
trampas de hielos
donde las espátulas
borran los inviernos
que trazan los surcos
que indican unos rumbos
fijos a los infiernos
que van paralelos
a los desconsuelos
de amores ya sin señuelos.
Jerónimo ataca
con arcos y flechas
que ya los romanos
usaban en Ítaca
en lejanas fechas,
pues ya eran humanos
y jugaban al teto
formando parejas
o haciendo cuartetos
que decían orgías,
y luego se echaban
tragos en sus coletos.
Y así los tiempos pasan,
mientras en las redomas
se hacen esas salsas
que quitan las canas
y ablandan las caras
de esas bellas damas
que un día, cuales ninfas
atractivas y magnetizadas,
nos hacían soñar
eróticos sueños de camas
con o sin sábanas.
Bellezas pretéritas,
ojillos de gatas,
boquitas pintadas
y frías carnes blandas
que luchan enconadas
contra las verdades
que ante ellas saltan
desde las mentiras
de edades pasadas,
desde las turgencias
de fogosos calores
productos de ardores
de etapas quemadas.
Bellezas amadas,
siempre deseadas,
siempre tan esquivas,
siempre equivocadas
pues llega el invierno
y después:
nada.
Salud
Boquitas pintadas,
trampas de hielos
donde las espátulas
borran los inviernos
que trazan los surcos
que indican unos rumbos
fijos a los infiernos
que van paralelos
a los desconsuelos
de amores ya sin señuelos.
Jerónimo ataca
con arcos y flechas
que ya los romanos
usaban en Ítaca
en lejanas fechas,
pues ya eran humanos
y jugaban al teto
formando parejas
o haciendo cuartetos
que decían orgías,
y luego se echaban
tragos en sus coletos.
Y así los tiempos pasan,
mientras en las redomas
se hacen esas salsas
que quitan las canas
y ablandan las caras
de esas bellas damas
que un día, cuales ninfas
atractivas y magnetizadas,
nos hacían soñar
eróticos sueños de camas
con o sin sábanas.
Bellezas pretéritas,
ojillos de gatas,
boquitas pintadas
y frías carnes blandas
que luchan enconadas
contra las verdades
que ante ellas saltan
desde las mentiras
de edades pasadas,
desde las turgencias
de fogosos calores
productos de ardores
de etapas quemadas.
Bellezas amadas,
siempre deseadas,
siempre tan esquivas,
siempre equivocadas
pues llega el invierno
y después:
nada.
Salud