De nuevo, al entrar en la
iglesia, lo primero que siente el visitante es la armonía y el ritmo con que se combinaron los
arcos dentro del contexto arquitectónico. Al fondo, la cabecera muestra su división espacial en
ábside, con su
bóveda de cuarto de esfera; y el presbiterio, cubierto con medio cañón. El tambor absidal tiene dos pisos de arquerías de medio punto sobre
columnas. El superior despliega cinco arcos, correspondiendo los impares a las tres
ventanas. El número se reduce a cuatro en el piso inferior, siendo las columnas bastante más gruesas.