Alcalá del Júcar es uno de los
pueblos más espectaculares y pintorescos de la región; su situación y el excepcional
paisaje que forma la Hoz del Júcar hacen que, en cuanto aparece ante nuestros ojos, sintamos la necesidad de detener la marcha para poder contemplarlo en toda su grandiosidad. En 1982 fue declarado Conjunto Histórico
Artístico.
Alcalá de Júcar se encarama en una
roca sobre un meandro del
río, sus
casas escalan por ella o se excavan en la tierra y ascienden hasta el
Castillo que lo preside todo. El cañón del Júcar se recorta en láminas en su base, como una
tarta de caliza que le confiere un peculiar aspecto.
El castillo, de origen árabe y al que debe parte de su topónimo (al-Qa`la), tiene ya poco de su raíz andalusí: diversas reformas dejan poco recuerdo de su ascendencia. Derrumbamientos, cambios en las
torres y la reconquista, dejaron sucesivas restauraciones que borraron en buena parte su origen islámico.
El
paseo debe continuar por su entramado de
calles hasta la
parroquia de
San Andrés, uno de los
edificios más significativos de la población. Es una construcción de nave única y muy alargada, construida entre los siglos XVI y XVIII, del XVI conserva la
bóveda de crucería con terceletes y en el XVIII se amplió la cabecera con un crucero y una
cúpula.
Siguiendo el descenso llegamos al bello
puente sobre el Júcar, del siglo XVIII, al que se ha atribuido con frecuencia mayor
antigüedad.
Las
cuevas de la localidad son célebres por sus múltiples usos, nidificación de palomas, establos y
farmacias naturales. Pero de especial interés son los
túneles de los
bares como la
cueva de Masagó o la cueva del Diablo.
Más allá, en las cercanías, el viajero puede llegar a la
ermita de San Lorenzo una característica obra barroca con planta de
cruz, cúpula y pinturas del siglo XVIII.
Forma parte de la red Los pueblos más bonitos de
España.