Hacia principios del siglo VI a. de c., empieza su consolidación la cultura ibérica como resultado del proceso de evolución natural de antiguos pobladores y de la influencia mediterránea. Entre los siglos IV y III a. de c., la sociedad ibérica llega a su máximo esplendor, enclavando sus poblados en sitios elevados desde los que se seguía controlando los pasos naturales de la meseta al Levante, y concretamente en un paraj e situado frente a la
piedra de La Molata que se conoce como El
Santo y también en el área de Los Batanes, dónde encontramos restos de cimientos de
casas y
calles perfectamente configuradas. También quedan visibles los restos de una
muralla en forma de media luna con
torreones que cerraban el paso al único acceso que tenía desde la llanura del lugar, quedando el resto de la fortificación limitada por cortados que le hacía inexpugnable.