Alcaraz aparece citada en las crónicas por su conquista en 1213, después de un largo asedio. Al principio se rigió por el Fuero de
Cuenca. No obstante, más tarde, en 1256 el rey Alfonso X le otorgó fuero propio, comenzando una estrecha relación con la Corona. Un vínculo que los alcaraceños procuraron potenciar, como defensa a los numerosos intentos de los nobles de conseguir su control. En 1444 sus habitantes enviaron un orgulloso alegato al rey Enrique IV. Manifestaban su oposición a ser anexionados por el ambicioso marqués de Villena, uno de los principales consejeros del rey. Este conseguiría apoderarse de esta ciudad en 1470. Cinco años duró el dominio nobiliario. Los alcaraceños aprovecharon el apoyo del marqués a favor de Juana La Beltraneja para pronunciarse a favor de Isabel La Católica. Así, se levantaron en armas contra el marqués, tomando el control de la ciudad.