El convento de los franciscanos de Almansa fue fundado por Fray Antonio de Llerena, el 16 de noviembre de 1563, en una ermita a las afueras de la población dedicada a Santiago Apóstol. En 1637 comenzaron las gestiones necesarias para trasladar el convento a su actual ubicación, debido a que la antigua ermita sea veía anegada por el agua debido a su emplazamiento. Las obras del convento y de su iglesia comenzaron en 1660 y terminaron tres años después.
El convento y su Iglesia se encuentran en el Parque de los Reyes Católicos, al final de la calle san Francisco.
El convento es una sencilla construcción de estilo barroco, levantado en el siglo XVII como se ha dicho más arriba.
La Iglesia, adosada al propio convento, es sobria, de planta rectangular y con capiteles laterales. Aneja a ella, al lado de la Epístola, hay una amplia capilla con exuberante decoración en barro.
Encima de la puerta de entrada al templo aparece, precisamente, la inscripción del año 1660.
En una de las capillas laterales existe una imagen de san Pascual Bailón, obra de Roque López, discípulo de Francisco Salzillo, tallada en 1804.
Aunque se conoce popularmente como el convento de los franciscanos, el templo como tal está dedicado a Santiago Apóstol, ya que a él estaba dedicada la primitiva ermita franciscana, como se ha comentado con anterioridad.
Su estructura se asemeja a las iglesias coloniales que los españoles construían, por estas mismas fechas, en América.
El convento y su Iglesia se encuentran en el Parque de los Reyes Católicos, al final de la calle san Francisco.
El convento es una sencilla construcción de estilo barroco, levantado en el siglo XVII como se ha dicho más arriba.
La Iglesia, adosada al propio convento, es sobria, de planta rectangular y con capiteles laterales. Aneja a ella, al lado de la Epístola, hay una amplia capilla con exuberante decoración en barro.
Encima de la puerta de entrada al templo aparece, precisamente, la inscripción del año 1660.
En una de las capillas laterales existe una imagen de san Pascual Bailón, obra de Roque López, discípulo de Francisco Salzillo, tallada en 1804.
Aunque se conoce popularmente como el convento de los franciscanos, el templo como tal está dedicado a Santiago Apóstol, ya que a él estaba dedicada la primitiva ermita franciscana, como se ha comentado con anterioridad.
Su estructura se asemeja a las iglesias coloniales que los españoles construían, por estas mismas fechas, en América.