La conquista cristiana de esta comarca se produce en una fecha indeterminada a principios del siglo XIII tras la batalla de las Navas de Tolosa, dividiéndose inicialmente en tres grandes concejos -Jorquera, Alcalá del Júcar y
Villa de Ves- al ser los tres únicos recintos amurallados defendibles por las tropas cristianas. La
Balsa de Ves se encuadraba dentro del alfoz de la Villa de Ves, que recibió el fuero de
Cuenca de manos de Alfonso X el Sabio el 22 de febrero de 1272.
El pueble de Balsa de Ves llegó a formar parte del señorío de Villena, pasando después a ser realengo con el reinado de los Reyes Católicos.
El antiguo
castillo de la Villa de Ves está ubicado en un paraje agreste sobre los cañones del Júcar, muy poco indicado para la actividad agrícola aunque con notables ventajas defensivas. Pero alejado el peligro de la frontera este emplazamiento resulta inconveniente, por lo que se desarrollan numerosas aldeas en el altiplano -una de las cuales sería la Balsa de Ves-, que multiplican la población de la antigua villa, y generándose tensiones respecto a la ubicación del poder político -que se trasladaría a las
Casas de Ves en 1745-.
Estas tensiones acabarían con la división del término durante la primera mitad del siglo XIX: la Villa de Ves se separa definitivamente en 1838, mientras que la Balsa de Ves adquiere su independencia en 1844.