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CASAS DE LAZARO: Coches, carreteras y luces. Quien no ha oído hablar...

Coches, carreteras y luces. Quien no ha oído hablar de alguna historia como esas. Desde OVNI’s hasta luces extrañas que pueblan los más recónditos lugares de nuestro país. Y precisamente de eso vamos a hablar: de luces extrañas, de coches, de carreteras…

Hay una carretera muy concreta que separa una finca llamada la Quejola. ¿El lugar?, Albacete

Muchos investigadores han ido por esos lugares para intentar descubrir uno de los misterios más internacionales de España. Para hablar con los muchos lugareños y testigos de la zona de la sierra del Saúco y es que veían una extraña luz, la llamaban la luz del Pardal; la luz de todos los santos.

Nunca en ningún fenómeno parecido a este, ha habido tan cantidad de testimonios, casos, testigos, actas oficiales, etc como en el Pardal.

Esta carretera, es una carretera que une las localidades de San Pedro y Casas de Lázaro. Y que pasa justo por el medio de una gran finca llamada la Quejola. Pero diríamos más aún. Hemos de hablar del “triangulo misterioso” formado por San Pedro, Casas de Lázaro y Cañada Juncosa. Justo ahí, en ese triangulo se encuentra la finca. Y en ese lugar, el cual era dueño Joaquín Megarejo, prácticamente más de 40 ó 50 personas han visto y han sido perseguidas por una extraña luminaria que varía su tamaño entre 10 y 20 centímetros.

La casuística sería muy variada. De todo tipo de casos extraños, incluso de fenomenología Poltergeist. Estos testimonios se remontan mucho tiempo atrás, hacia 1900 cuando hacían verdaderas búsquedas de la luz del Pardal donde salían todo los vecinos del lugar a intentar atrapar esa extraña luz que perseguían a los mayorales que andaban por ahí con el ganado.

Es más, uno de los más famosos mayorales del lugar que vivía en Casas Navarretes (Cristino Cuerda Felípe), que era donde vivían los trabajadores de la Quejola, una noche, mientras guardaba el ganado, apareció aquella luz. Le hizo frente y se dividió en 3 luminarias de una color rojizo y le dejó paralizado; no se podía mover…

A veces sonidos extraños acompañaban a este fenómeno. Sonidos tan extraños que incluso este mayoral que hacíamos alusión antes ordenó que todos los trabajadores fueran a vivir a la finca, que abandonaran Casas Navarretes por el pánico y el miedo que tenían los trabajadores a esa extraña luz.

Hay un vecino de Casas de Lázaro que se llama Emilio Rosas Martinez que tubo un encuentro con esta luz del que jamás se ha hablado, ni siquiera su propio hermano Eliseo, en el que esa luz le llego a hablar. Nadie supo qué le dijo.

Lo más impresionante, lo que a uno le deja desconcertado es que este tipo de luminarias tienen inteligencia. Es decir, persiguen al testigo, le atosigan, le agobian e incluso le agraden. Recordamos el testimonio de Miguel Macias, un conductor que se encontró por dos veces con la luz del pardal: una de pequeño cuando iba con la bici que se le posó de frente y otra ya de mayor cuando iba con su camión. También el testimonio de Pepe “el bisagra” que fue casi abrasado por esta luz. Incluso la Guardia Civil disparó a esta luz: Eugenio Alarcón y el cabo José Olmo, marzo de 1982. Jamás olvidarán el encuentro con esa extraña luminaria a la que persiguieron pensando que era un cazador furtivo por la finca, y al cual nunca daban alcance. Llegaron a desenfundar su arma porque aquello se movía a una velocidad tremenda, haciendo movimientos por lugares inaccesibles y sin dejar ninguna marca. Lo dicho, aquellos dos Guardias Civiles no olvidarán aquél hecho sobre todo porque uno de ellos llegó a desenfundar.

Y es que este fenómeno era algo habitual entre los vecinos. Era tan habitual que decían de no salir a determinadas horas porque la luz aparecía. Como un candil de cazador o pescador pero sin ser humano que lo transporte. Y había que respetarla. Nunca en ningún otro lugar con un recorrido tan fijo. Como si fuera un fantasma sin sabanas, sin cadenas. Simplemente una luz. El recorrido siempre acababa en el mismo sitio. Unas ruinas funerarias de origen íbero. Y recordamos que en estas mismas tierras, hace muchos años, un pastor quizá, quien sabe, testigo de la luz del Pardal, con el azadón tocó algo duro. Fue escarbando y casi acudió a la Guardia Civil espantado. Era la cabeza de un hombre barbado con cuernos. Una de las esculturas funerarias más extrañas de la historia de España. El cuerpo, cuando fue desenterrándose con una pequeña grúa, al sol de la mancha, demostró que había un autentico monstruo bajo tierra. Dormido desde hace quizá 3000 años. Su nombre y su efigie se puede ver hoy en el Museo Arqueológico. Acercaos, acercaos al Museo Arqueológico y mirar de frente a la Bicha de Balazote. Algo extraño en un lugar aún más extraño…

Esta es, un poco resumida, la historia de la Luz del Pardal. Quizá lo he escrito para inspirarme para el guión del corto que tenemos pensado hacer, pero también para todos aquellos que no conozcan la historia.

Ahí queda eso, y es que, como ya dijo Oscar Wilde, "El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible.".