El Tranco del Lobo, es un paraje a visitar, al menos una o dos veces al año. Nuestro, y de todos, como no,! el
río Júcar ¡. Su ribera asilvestrada. Su fuerte naturalidad, que lo hace casi inexpugnable, su encanto especial, por lo que fue y sigue siendo: destino de
excursiones veraniegas de
juventud. Objetivo de la busca de tranquilidad y reflexión.
En la imagen, una impresionante
roca, que parece mantenerse en pie de manera mágica. Tanto parece que protege al
puente (el viejo y restaurado puente del Tranco), como que caerá, en cualquier momento, sobre él. Nosotros nos quedamos con la primera opción.