Sierra de Alcaraz, descubrir la naturaleza y el arte renacentista
Un tramo del camino de Aníbal se conserva junto a la aldea de
Mirones
La naturaleza y el arte renacentista se unen en un conjunto que
ofrece al viajero inusitadas joyas y descubrimientos insospechados.
Se inicia el viaje en Masegoso, tierra de chopos y cárdenas flores,
con parajes que se elevan a más de 1.300 metros. Las pequeñas aldeas
del término y el pueblo mismo anuncian la naturaleza de la zona de
montaña.
Son campos de un cromatismo acentuado, regados por el río Masegoso y
la Laguna del Arquillo. Lomas de carrasca y montes de pinos nos
llevan hasta la pedanía albaceteña del Jardín, junto al río del
mismo nombre, protegido por frondosas choperas. Al oeste, ya en
Robledo, la laguna de Villaverde es un importante ecosistema de
vegetación palustre, refugio de una gran variedad de aves.
Desde este término de blancos manantiales uno se puede encaminar
hacia El Ballestero y Viveros, en el Campo de Montiel albaceteño.
El Ballestero es un lugar de sabinas y navajos, arroyos y monte
bajo, con espléndidos parajes como La Beata, Peribáñez o Cobatillas.
Un tramo del camino de Aníbal se conserva junto a la aldea de
Mirones. En el casco urbano, el templo de San Lorenzo presenta una
magnífica bóveda y una cabecera trazada por el arquitecto Andrés de
Vandelvira.
En Viveros, la aldea Pinilla, junto a las salinas, muestra una
remozada ermita de oculto mudéjar y el río Pinilla, que desagua en
la laguna Blanca, constituye el verdadero nacimiento del Guadiana.
Artesanía y tradición se dan la mano en este pueblo de sabrosísima
gastronomía. Descendemos hasta Alcaraz, que adorna su plaza con
elegantes lonjas y las torres renacentistas del Tardón y la
Trinidad. La iglesia de la Trinidad es una joya gótico-renacentista
que guarda grupos escultóricos sobresalientes, lienzos de gran valor
e imágenes deslumbrantes.
Conventos y casonas del Renacimiento, torreones, restos musulmanes y
góticos se unen en Alcaraz para constituir el conjunto
histórico-artístico de mayor calado en la comarca. Todo esta
concentración de arte se da en una ciudad rodeada de parajes regados
por seis ríos, con altas cumbres y hermosos valles. En un monte
cercano se halla el santuario de la Virgen de Cortes, donde miles de
peregrinos se congregan anualmente en romería.
La serena belleza de Povedilla, municipio del mejor aceite, pone fin
al trayecto, junto a las aguas de su río. Aquí, retamas de tomillos
y jaras, por donde pasta el toro bravo sobre montes redondos, son
dominio del ciervo y el jabalí.
FITUR MurciaFITUR AlicanteFITUR Albacete.
Un tramo del camino de Aníbal se conserva junto a la aldea de
Mirones
La naturaleza y el arte renacentista se unen en un conjunto que
ofrece al viajero inusitadas joyas y descubrimientos insospechados.
Se inicia el viaje en Masegoso, tierra de chopos y cárdenas flores,
con parajes que se elevan a más de 1.300 metros. Las pequeñas aldeas
del término y el pueblo mismo anuncian la naturaleza de la zona de
montaña.
Son campos de un cromatismo acentuado, regados por el río Masegoso y
la Laguna del Arquillo. Lomas de carrasca y montes de pinos nos
llevan hasta la pedanía albaceteña del Jardín, junto al río del
mismo nombre, protegido por frondosas choperas. Al oeste, ya en
Robledo, la laguna de Villaverde es un importante ecosistema de
vegetación palustre, refugio de una gran variedad de aves.
Desde este término de blancos manantiales uno se puede encaminar
hacia El Ballestero y Viveros, en el Campo de Montiel albaceteño.
El Ballestero es un lugar de sabinas y navajos, arroyos y monte
bajo, con espléndidos parajes como La Beata, Peribáñez o Cobatillas.
Un tramo del camino de Aníbal se conserva junto a la aldea de
Mirones. En el casco urbano, el templo de San Lorenzo presenta una
magnífica bóveda y una cabecera trazada por el arquitecto Andrés de
Vandelvira.
En Viveros, la aldea Pinilla, junto a las salinas, muestra una
remozada ermita de oculto mudéjar y el río Pinilla, que desagua en
la laguna Blanca, constituye el verdadero nacimiento del Guadiana.
Artesanía y tradición se dan la mano en este pueblo de sabrosísima
gastronomía. Descendemos hasta Alcaraz, que adorna su plaza con
elegantes lonjas y las torres renacentistas del Tardón y la
Trinidad. La iglesia de la Trinidad es una joya gótico-renacentista
que guarda grupos escultóricos sobresalientes, lienzos de gran valor
e imágenes deslumbrantes.
Conventos y casonas del Renacimiento, torreones, restos musulmanes y
góticos se unen en Alcaraz para constituir el conjunto
histórico-artístico de mayor calado en la comarca. Todo esta
concentración de arte se da en una ciudad rodeada de parajes regados
por seis ríos, con altas cumbres y hermosos valles. En un monte
cercano se halla el santuario de la Virgen de Cortes, donde miles de
peregrinos se congregan anualmente en romería.
La serena belleza de Povedilla, municipio del mejor aceite, pone fin
al trayecto, junto a las aguas de su río. Aquí, retamas de tomillos
y jaras, por donde pasta el toro bravo sobre montes redondos, son
dominio del ciervo y el jabalí.
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